Rafael Alberti, El mar. La mar.


   El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
   ¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
   ¿Por qué me desenterraste
del mar?
   En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
   Padre, ¿por qué me trajiste
acá?

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